lunes, 5 de abril de 2021

DURIÁN, LA FRUTA QUE NADIE QUERÍA

 

Resulta que se había organizado un concurso en el reino de las frutas. Todas querían  participar, en especial la manzana que se creía la más bella y deliciosa.

Una larga e interminable fila de participantes esperaban su turno para la inscripción. La señorita Pera no quería esperar. La uva vestía sus mejores galas. Señorita banana vestía un vibrante atuendo amarillo, tan amarillo como el sol. 

De pronto, entre todas ellas, se abrió paso una fruta exótica, muy pero muy rara. Todas las participantes comenzaron a taparse la nariz y exclamaron: ¡Pero que olor tan horrendo es ese!

—Mi nombre es Durián, y quiero participar en el concurso.

—¡De ninguna manera! Protestó señorita manzana — tú no puedes participar.

—¿Por qué no? Soy una fruta como todas ustedes.

—Hueles mal, eres fea.

—Tengo entendido que se trata de un concurso de sabores — argumentó con soltura —Puede ser que mi olor no sea agradable y mi apariencia tampoco, pero puedo asegurarles a ustedes y a los jueces que mi sabor es único y maravilloso. 

Todas las frutas comenzaron a reír a carcajadas, en especial la señorita manzana, que muy engreída pensaba destacar entre todas las participantes por su belleza, colorido  y sabor. 

Las burlas, lejos de incomodar a Durián, sólo consiguieron darle más ánimo, y muy segura de sí misma se apuntó para el concurso.

Pasaron los días y finalmente llegó el anhelado acontecimiento. Todas luciendo sus mejores galas ante el jurado que esperaba ansioso la degustación de sabores.

Las burlas y los abucheos arreciaron contra la singular fruta hasta que uno de los jueces tomó la palabra y dijo:

Por decisión unánime hemos concluído que por su sabor dulce, único y diferente el premio es para… ¡La señorita Durián!

Señorita manzana perdió los estribos y subió al escenario, roja de la cólera

—¡Señores jueces, debe haber un error! Esa cosa horrenda y apestosa no puede ser la ganadora del concurso! Yo soy la más bella de todas, y la más deliciosa de todas las frutas del mundo.

—Tranquila, señorita manzana —no se trata de un concurso de apariencias. En realidad los jueces hemos valorado la esencia de cada fruta, y desde luego ese honor le corresponde sin duda  a la señorita Durián.

Todos los asistentes coincidieron con la acertada decisión de los jueces y estallaron en aplausos para la 


ganadora, incluso señorita Manzana, quien desde instante comprendió que no se  debe juzgar a partir de las apariencias.

                                                                       FIN

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