lunes, 5 de abril de 2021

EL CASO DE LA PELOTA PERDIDA

 

Pedrito se levantó muy temprano esa mañana de domingo. Su padre le había prometido llevarlo a jugar fútbol a la recién inaugurada cancha en el centro de la ciudad.

Después de darse un buen baño se sentó a desayunar con su familia y conversaron animadamente sobre los planes para el resto del día.

La madre preparó la canasta conteniendo la merienda, jugos y algunas frutas. Pedrito corrió a buscar su pelota de fútbol y no la encontró por ningún lado. Buscó por toda la casa y nada, la pelota había desaparecido como por arte de magia.

Su padre, al verlo tan preocupado y ansioso le preguntó qué sucedía, a lo cual el niño respondió:

 

—Es mi pelota, papá. No la encuentro por ningún lado.

—¿Ya buscaste bien?

Pedrito asintió con su cabeza y comenzó a sollozar. Esa pelota era muy especial para él porque la había recibido el día de su cumpleaños.

 

—No te preocupes, te ayudaremos a buscarla —dijo Ana, su hermana mayor.

—Yo también me uniré a la búsqueda —dijo su madre dejando el quehacer de la cocina.

 

El padre había corrido la voz entre los vecinos y ellos amablemente buscaron en sus respectivos jardines. A menudo Pedrito lanzaba la pelota tan fuerte que probablemente hubiera volado tan alto hasta caer muy lejos.

Pedrito estaba muy sorprendido de ver a su familia y a sus vecinos tan afanados buscando su pelota. Todos se habían unido cooperando para encontrarla. Finalmente don Alfonso, el vecino de al lado, dio un grito de alegría: “¡La encontré, está aquí arriba, en mi tejado!”.

 

Todos corrieron a ver y aplaudieron emocionados. Pedrito tenía una extraña mezcla de alegría y tristeza. Estaba feliz de recuperar su pelota, pero notó que algunas tejas estaban quebradas por el impacto.

Don Alfonso subió a la escalera y bajó del techo el precioso tesoro del niño.

—Lamento mucho lo que pasó. Pagaré por la reparación —dijo el padre de Pedrito

—¡Bah! Son sólo un para de tejas rotas. Lo importante es que hemos descubierto el talento de un gran futbolista —dijo don Alfonso dando unas palmaditas al hombro del chiquillo.

 

Ese domingo terminó mejor de lo que esperaban. Pedrito descubrió que tenía una familia que lo amaba, vecinos maravillosos y que tenía la habilidad de lanzar la pelota tan pero tan alto,  hasta tocar las estrellas.

                                                                            FIN

 




 

 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

LA MUELA DE CLAUDIA

Claudia estaba invitada esa tarde a una fiesta de cumpleaños   en casa de su prima Gina, y eso sólo significaba una cosa: ¡Una piñata llen...